Jornada académica conmemora los 100 años del Trabajo Social en América Latina

En un emotivo y reflexivo evento académico, el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) celebró el centenario del Trabajo Social en América Latina, en el marco del Día Nacional del Trabajo Social. 

La jornada, organizada por el Departamento de Trabajo Social, reunió a autoridades universitarias, docentes, estudiantes, egresados y profesionales en ejercicio para rendir homenaje a una disciplina que ha dedicado un siglo a la lucha por la justicia social y la transformación comunitaria. 

La inauguración estuvo encabezada por la doctora Dulce María Zúñiga Chávez, rectora del CUCSH, quien reconoció el legado de la pionera Irene Robledo como figura fundacional del Trabajo Social en México: “Se dice fácil, pero cien años son cien años. Gracias a la visión de mujeres como ella, rompimos techos de cristal en un contexto profundamente conservador”. Asimismo, destacó el carácter solidario, empático y transformador de la profesión.

El maestro José Alberto Galarza Villaseñor, director de la División de Estudios Políticos y Sociales, recalcó la importancia histórica de esta profesión en América Latina: “En 1925 se fundó la primera escuela de Trabajo Social en Chile, un hecho que marcó el inicio de una disciplina comprometida con los sectores más desprotegidos. Hoy, más que nunca, necesitamos seguir reconstruyendo el tejido social”. 

Durante el evento, la doctora Elisa Cerros Rodríguez, jefa del Departamento de Trabajo Social, subrayó la relevancia de esta jornada como espacio de encuentro y reflexión académica tras el aislamiento provocado por la pandemia: “Es una oportunidad significativa para nuestra comunidad universitaria y profesional. En estos 100 años hemos desarrollado aportes teóricos y metodológicos con un enfoque propio de nuestra región”. 

Uno de los momentos más destacados fue la conferencia magistral impartida por la doctora Sandra Mancinas Espinosa, de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), titulada “Protoformas del Trabajo Social en el México porfiriano y posrevolucionario. Una mirada histórico-crítica”. En su intervención, la investigadora propuso un análisis profundo y desmitificador del origen del Trabajo Social en México, planteando que esta disciplina no surgió simplemente como una extensión de la caridad o la filantropía, sino que fue resultado de procesos históricos complejos y contradictorios, especialmente en el contexto posterior a la Revolución Mexicana. La doctora Mancinas Espinosa explicó que, si bien la institucionalización formal del Trabajo Social ocurrió en Chile en 1925, en México ya existían “protoformas” de la disciplina; formas embrionarias de intervención social que, aunque aún no reconocidas como Trabajo Social, representaban prácticas sistematizadas orientadas al control social, la moralización y la atención a la pobreza. 

Entre estas protoformas, identificó tres grandes dispositivos impulsados por el Estado posrevolucionario: La "moralización", que buscaba clasificar a los pobres entre “merecedores” y “no merecedores” de ayuda. El "higienismo", enfocado en eliminar a poblaciones consideradas insalubres o riesgosas. El "disciplinamiento", que pretendía contener la protesta social y frenar la organización obrera, con el fin de proteger la inversión extranjera y mantener el orden social. 

La ponente criticó las narrativas lineales que presentan al Trabajo Social como una evolución natural de la ayuda o la filantropía. En cambio, propuso ubicar al Trabajo Social dentro de un marco histórico-crítico, donde se reconozca cómo surgió a partir de tensiones estructurales y relaciones de poder, y no como una simple extensión de actos benevolentes. Además, hizo un llamado a resignificar el concepto de asistencia, aclarando la diferencia entre asistencia como derecho y asistencialismo como instrumento de control. “Es momento de recuperar la asistencia desde una perspectiva de derechos, reconociendo que existen marcos legales que la respaldan. Confundir asistencia con asistencialismo invisibiliza la justicia social que busca el Trabajo Social”, enfatizó. 

La doctora Mancinas también destacó el momento coyuntural que vive actualmente el Trabajo Social en México, una etapa que, dijo, debe aprovecharse para transformar el enfoque profesional. Finalmente, subrayó la relevancia de la investigación de incidencia, que entiende la investigación como forma de intervención social. En este sentido, instó a los asistentes a apropiarse críticamente de su historia profesional y a utilizarla como herramienta para repensar y reforzar el impacto social de su quehacer. 

La potencia culminó con un llamado colectivo a la reflexión, al compromiso ético y a la acción social en un contexto latinoamericano que continúa enfrentando profundas desigualdades. A 100 años de su institucionalización, el Trabajo Social reafirma su papel como una disciplina viva, crítica y esencial para la transformación de nuestras sociedades. 

Además de los actos académicos, se inauguró en la Sala Margarita María Izquierdo la galería itinerante “Calladitas no nos vemos. Uniendo nuestras voces, sí”, resultado de un proyecto de investigación feminista que da visibilidad a las vivencias de ocho mujeres universitarias sobrevivientes de violencia de género. La muestra fotográfica narra, a través de momentos clave: la decisión de denunciar, el proceso de denuncia y las consecuencias de romper el silencio, además de las barreras institucionales que enfrentan las denunciantes. “La galería interpela a la comunidad universitaria, al funcionariado y a la sociedad en general sobre la necesidad urgente de revisar protocolos, mejorar acompañamientos y romper pactos de silencio. Las imágenes funcionan como una herramienta de resistencia, archivo de memoria y catalizador de cambio”, señalan en la inauguración.

Escrito por: Abraham Mendoza Cabrera
Fotografía: Fabián Robles
Fuente: DifusiónCUCSH