Sobrevivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki comparten su testimonio en conferencia inaugural en el CUCSH
El Departamento de Estudios Internacionales, el Departamento de Estudios del Pacífico, el Centro de Estudios Japoneses y la Maestría en Global Politics and Transpacific Studies llevaron a cabo la conferencia inaugural "Sobrevivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki", un evento conmemorativo y reflexivo sobre uno de los episodios más devastadores de la historia contemporánea.
En la mesa del presídium participaron la doctora Dulce María Zúñiga Chávez, rectora del CUCSH; el maestro Sergio Hernández Galindo, investigador del INAH; el señor Yasuaki Yamashita, sobreviviente del bombardeo de Nagasaki, y la señora Concepción Hiramuro, sobreviviente de Hiroshima. La moderación estuvo a cargo de la doctora Melva Falk Reyes, investigadora de la Universidad de Guadalajara.
Durante su intervención, la doctora Zúñiga Chávez destacó el trabajo del maestro Hernández Galindo, quien dijo: "nos invita a explorar grandes tragedias de nuestra civilización desde una perspectiva que cobra una humanidad única: el testimonio de vidas concretas, de vidas exactas. No llamamos tragedias a los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki simplemente por la fractura que provocaron en la narrativa de la humanidad; los llamamos tragedia porque fueron catástrofes para miles, millones de vidas que fueron truncadas, borradas y olvidadas". Subrayó además el privilegio de contar con la presencia de tan distinguidos invitados.
El maestro Sergio Hernández Galindo señaló que esta historia no es solamente del pasado: “Es una historia actual, presente, ante los grandes retos que enfrentamos hoy. Las bombas atómicas no solo se han perfeccionado, sino que se han multiplicado y repartido entre distintos países”. Añadió que el objetivo de esta charla es también rendir homenaje a los sobrevivientes de estas tragedias, muchos de los cuales forman parte de nuestra sociedad en Jalisco.
Hernández Galindo contextualizó el conflicto: “La guerra del Pacífico inicia en diciembre de 1941 con el ataque japonés a Pearl Harbor, lo que marca la entrada de Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial. Japón ocupó varios territorios asiáticos, pero para 1945 ya estaba derrotado. Aun así, Estados Unidos decidió usar estas nuevas armas (las bombas atómicas) como un experimento para observar su capacidad destructiva y sus consecuencias para la población civil. El 6 de agosto, a las 8:15 de la mañana, cayó sobre Hiroshima una bomba de uranio; y el 9 de agosto, a las 11:02, una bomba de plutonio, aún más potente, fue lanzada sobre Nagasaki, cuando Japón ya estaba derrotado”.
El señor Yasuaki Yamashita compartió su experiencia como sobreviviente:
“No es sencillo hablar de lo que vivimos hace 80 años. Aún sufrimos física, mental y psicológicamente. Pero si dejamos de hablar, esta experiencia puede repetirse. No queremos que nadie sufra como nosotros sufrimos. La situación actual del mundo podría repetir algo similar, y no queremos otra Hiroshima ni otra Nagasaki en ninguna parte del mundo”.
Relató cómo, el 9 de agosto de 1945, la sirena de emergencia sonó tres veces, sin que ocurriera nada inusual, por lo que la población continuó su vida cotidiana.
“Yo estaba jugando cerca de mi madre, quien preparaba la comida. Un vecino advirtió sobre un avión misterioso y mi madre me llevó al refugio de nuestra casa. En ese momento, vimos una luz intensísima, como mil relámpagos. Mi madre me cubrió con su cuerpo. Luego vino una explosión tremenda y un silencio total. Al salir, las puertas, ventanas y el tejado habían desaparecido. No nos queda mucho tiempo para compartir esta experiencia; por eso, cada uno de ustedes debe levantar la voz para decir: no queremos armas nucleares. Necesitamos paz”.
Este encuentro representó un momento invaluable de diálogo entre generaciones y culturas, en el que la historia dejó de ser un capítulo del pasado para convertirse en un llamado urgente al presente. El evento no solo buscó conmemorar a las víctimas y honrar a los sobrevivientes, sino también concienciar sobre los riesgos actuales del armamento nuclear y la importancia de la paz global.
La Universidad de Guadalajara reafirmó su compromiso con la memoria histórica y la educación para la paz, al abrir espacios que permiten el encuentro directo con quienes han sido testigos de los capítulos más oscuros de la humanidad.